LA IMPORTANCIA DE LAS ACTITUDES EN EL APRENDIZAJE


19-08-2020

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La importancia de las actitudes en el aprendizaje[i]

Un componente pocas veces tomado en cuenta en los procesos de aprendizaje es su predisposición; es decir, cómo se coloca el sujeto frente a la tarea que se le presenta. Esta postura preliminar ante aquello por emprenderse tiene una fuerza determinante, tanto durante el curso de la experiencia, como en su resultado final. Esta preparación está cargada de elementos que modificarán la efectividad del desempeño general; conglomerado que se organiza en lo que se resume como “actitud”.

El uso común de “actitud” se refiere a la postura del cuerpo que expresa un estado de ánimo y también a la disposición de este; o sea, las condiciones objetivas y subjetivas para la acción.  Estas definen la manera de comportarse, la motivación, la consecución y la percepción de la realidad presente.

En el trabajo escolar, más aún en estos tiempos de educación a distancia mediada por la tecnología, la actitud del estudiante resulta ser más relevante ahora que en circunstancias normales. La asistencia y la atención en condiciones adversas se apoyan, más que de costumbre, en la voluntad y decisión de los protagonistas. Por todo esto, vale la pena analizar algunos aspectos de las actitudes y advertir aquello que podría pasar desapercibido.

Las condiciones objetivas

El ambiente físico influye mucho sobre la actitud desde los momentos previos a la acción. Así como los espacios abiertos estimulan la contemplación y los espacios cerrados, la concentración, investigaciones al respecto muestran la capacidad que tiene la acomodación de los espacios para inducir comportamientos deseables. Los ejemplos abundan: un florero en el baño público alivia las labores de limpieza, un ambiente oscuro agudiza los sentidos, el ruido desmotiva, etc. Un ambiente desordenado propone desorden, mientras otro bien arreglado invita a hacer lo propio.

Otra condición física que también influye sobre la actitud es el arreglo personal. La manera de presentarse al trabajo no es solo un asunto de imagen social, sino que afecta el desempeño laboral, de la misma manera que afecta la calidad del aprendizaje; es el sentido de la observancia de los diversos dress codes, que establecen la ropa y accesorios que corresponden a determinadas actividades, y apuntan a su eficacia, en el deporte, en la playa, en las fiestas, en el campo, en el taller, en la oficina y en la escuela. No es azaroso que la palabra “hábito”, que procede de “haber” y “habilidad”, haya derivado en “vestimenta”.

Ambas condiciones, el medio ambiente y el arreglo personal, están especialmente activas, paradójicamente, en el trabajo “no presencial”, tal como se realiza actualmente. En primer lugar, porque es sencillo pasarlas por alto y caer en aquello que la formalidad busca remediar: la actitud favorable para el trabajo, sea cual fuere. Presentarse de forma correcta impulsa un desempeño acorde y no debe ser desatendido, por cuidado de uno mismo y de aquellos con quienes uno trabaja, pues inspira confianza en la colaboración. Al respecto, la presencia virtual por medio de cámaras permite la conexión entre los miembros del equipo, lo que fortalece el trabajo conjunto, haciéndolo menos impersonal. Lo mismo se aplica al trabajo escolar, tan exigente en cuanto al espíritu colaborativo.

Las condiciones subjetivas

Junto con los aspectos materiales, están aquellos que corresponden a las características personales que distinguen a unos individuos de otros, que conducen la manera particular de responder a los estímulos y de comportarse frente las tareas y retos que la vida propone. La presencia de una actitud determinada tiene cuatro funciones básicas: su utilidad, el conocimiento, la expresión de valores y la defensa del yo.

Respecto a la función utilitaria o instrumental, la actitud permite acometer y acercarse al cumplimiento de las metas. En cuanto al conocimiento, permite procesar, percibir y organizar selectivamente la información disponible. En relación con los valores, la actitud muestra cómo la persona percibe el trabajo que realiza, la atención que le asigna y la manera como considera a los colaboradores, más aún si es parte de un equipo. Finalmente, la actitud preserva la autovaloración y el concepto de sí, la afirmación y la justificación de los propios actos.

Tipos de actitudes

Las actitudes pueden clasificarse en distintos tipos, que pueden ser inclusivos o simultáneos entre sí, según su valor afectivo, su orientación a la actividad, su motivación para actuar, la relación con los demás y el método empleado al emprender una tarea.

Según la valoración afectiva, la más favorecedora es la actitud positiva. Se caracteriza por conservar el optimismo, aunque haya dificultades u obstáculos, pues estimula la acción y la búsqueda de soluciones. Suele ser contagiosa y estar asociada a roles de liderazgo. Por el contrario, la actitud negativa es pesimista e incide en la experiencia aversiva, con poca valoración de los aspectos positivos y escepticismo respecto a la situación. Genera evitación y una conducta quejumbrosa que dificulta la consecución de metas. Al igual que la actitud positiva, también puede ser contagiosa. Entre ambas, la actitud neutra busca no teñirse de una emocionalidad extrema, sino que pretende imparcialidad en sus juicios.

Según la orientación a la actividad, la clasificación hace referencia a la disposición e inclinación individuales, que generan un acercamiento a la acción. Una actitud proactiva prioriza la búsqueda autónoma y activa de una mejoría en la realización y desempeño de la actividad, la solución de problemas y estimula la creatividad y el valor agregado, incluso el planteamiento de nuevos retos. Es muy cotizada en el mercado laboral. Por su parte, la actitud reactiva se vincula con una mentalidad más pasiva y dependiente en gran medida de instrucciones y recursos, y tendrá dificultades para enfrentar problemas y escollos imprevistos, en desmedro de su autonomía. Predispone al conformismo y a la inacción si no hay obligatoriedad.

La motivación para actuar se refiere a las ganas de hacer algo establecido. Puede ser una actitud interesada, que implica actuar en beneficio de los propios objetivos individuales y poco los ajenos, lo que puede ser más o menos evidente. Puede interesarse en los demás en cuanto esto contribuya al propio provecho de su consideración social y suele acudir a la manipulación. De otro lado, la actitud desinteresada o altruista actúa con el propósito de generar un beneficio para los demás, aunque no genere ganancias, incluso pérdidas propias. Es poco común en su expresión pura, pues generalmente genera beneficios secundarios, aunque sean a nivel psíquico.

En función a la interacción con los demás, las actitudes pueden clasificarse en colaboradora e integradora, de gran utilidad, que consiste en reunir los intereses individuales y grupales, lo que permite potenciar esfuerzos y alcanzar logros que aisladamente serían inaccesibles. La actitud agresiva, al contrario, procede de manera que defiende los propios derechos, sin consideración de los demás, y llega a ignorarlos o desvalorizarlos si son contrarios a los del propio sujeto. Se diferencia de la actitud asertiva, que defiende sus propias opiniones y derechos de forma consistente, con respeto de los demás y flexible al espacio para la negociación.

Como fue señalado al inicio, la presente “descomposición” de las actitudes busca focalizar la atención en el trabajo cotidiano; sobre todo en lo que atañe al proceso de aprendizaje, tanto personal como cooperativo, de modo tal que puedan identificarse fortalezas y debilidades a ser tomadas en cuenta, para hacer los ajustes y correcciones necesarios que contribuyan a un mayor bienestar, eficacia y eficiencia en la labor educativa.

Agosto de 2020

Departamento psicopedagógico

Colegio Trener  

 

[i] El presente artículo está basado en el trabajo de Oscar Castillero Mimenza, psicólogo especializado en Psicología Clínica de la Universidad de Barcelona: Los 15 tipos de actitudes, y cómo nos definen.

Para mayor detalle, visitar: https://psicologiaymente.com/psicologia/tipos-de-actitudes

 

 

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