El sentido del humor en la crianza

El sentido del humor es un recurso valioso al momento de educar. Los niños cuyos padres ríen y, en general, muestran un sentido del humor positivo, suelen desarrollar mayor flexibilidad de pensamiento y capacidad de adaptación, en cuanto crecen en un ambiente más relajado . Ahora bien, no se trata de convertirse en comediante, ni en bromista, ni de hacer de cada situación un chiste, pero sí de introducir el buen humor (propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente ) en la cotidianeidad

El sentido del humor en la crianza


El sentido del humor es un recurso valioso al momento de educar. Los niños cuyos padres ríen y, en general, muestran un sentido del humor positivo, suelen desarrollar mayor flexibilidad de pensamiento y capacidad de adaptación, en cuanto crecen en un ambiente más relajado . Ahora bien, no se trata de convertirse en comediante, ni en bromista, ni de hacer de cada situación un chiste, pero sí de introducir el buen humor (propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente ) en la cotidianeidad

Escrito por: Lic. Elaine Wolfenzon (Psicología Educacional) | 04-03-2020

Tiempo de lectura: 6 mins, 54 segs

El sentido del humor[1] es un recurso valioso al momento de educar. Los niños cuyos padres ríen y, en general, muestran un sentido del humor positivo, suelen desarrollar mayor flexibilidad de pensamiento y capacidad de adaptación, en cuanto crecen en un ambiente más relajado[2]. Ahora bien, no se trata de convertirse en comediante, ni en bromista, ni de hacer de cada situación un chiste, pero sí de introducir el buen humor (propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente[3]) en la cotidianeidad.

A los niños les encanta reír y divertirse desde muy pequeños, y lo hacen instintivamente. Su sentido del humor evoluciona conforme crecen y se ve influenciado por factores culturales. Sin embargo, cada niño, cada edad, cada familia, cada grupo social y cada cultura tienen un sentido del humor característico.

La socialización cumple un rol importante en el desarrollo del sentido del humor. Si bien la risa en los recién nacidos surge como un gesto que podría considerarse involuntario, conforme los pequeños van creciendo y reconociendo a las personas a su alrededor, van mostrando alegría y risas, entre otras reacciones, al compartir momentos y experiencias con ellas. El llanto, junto con la risa son los primeros comportamientos sociales del bebé.

Hacia los cuatro o seis meses, las risas se dan principalmente por imitación o por contagio, y sin humor. Luego, conforme los padres o cuidadores del bebé pasan más tiempo con él, suelen empezar a descubrir pequeñas acciones –como muecas, cosquillas, gestos con las manos, entre otros–  que los hacen reír de forma espontánea, y que los adultos tienden a repetir hasta que logran arrancarle algunas carcajadas al bebé. Allí, se empieza a hacer evidente lo que podría llamarse la sonrisa social, es decir la sonrisa del niño en respuesta a un estímulo o acción producida por otra persona, por lo general, su cuidador primario. De esta forma, la risa se presenta como una emoción positiva que permite a los niños sentirse en confianza y acercarse a los demás, lo que constituye un hito importante en el desarrollo social.

Poco a poco, en la interacción diaria, los niños comienzan a asumir un rol más activo al estar pendientes de las reacciones emocionales de sus padres e imitarlos. Así, la actitud que los padres adopten frente a las distintas situaciones cotidianas será reproducida por sus hijos. En este contexto, suele suceder que el niño repite algo que alguna vez hizo sin querer y que a los adultos les causó risa. Esto, en parte, porque la risa y las emociones positivas que la acompañan, impactan en el niño reforzando la conducta.

Según Gina Mireault y Jhon Sparrow (2016), investigadores de la Universidad de Nuevo Hampshire, Estados Unidos, el sentido del humor se aprende. Ellos plantean que, “los bebés comienzan a formar el sentido del humor (…) entre los 6 y los 12 meses, etapa en la que buscan a sus padres como referente a la hora de expresar las emociones. [Además, señalan que] a  partir de los 18 meses, los bebés ya son capaces de crear sus propias acciones cómicas, buscando las risas en los demás”[4]

Entre los seis y los nueve meses, los bebés disfrutan del juego de esconderse y aparecer detrás de las manos o de una manta, y esto responde a un hecho fundamental: los pequeños a esta edad comienzan a comprender que los objetos y las personas siguen existiendo, aunque estén fuera de su campo visual. Entonces, si bien la desaparición de alguien cercano le produce cierta tensión, llegan a disfrutar mucho y ríen espontáneamente cuando logran ver que la persona aparece nuevamente y se sienten seguros. 

A edades tempranas, otros juegos que provocan placer en los bebés son el balanceo en los brazos del adulto, los sonidos de animales, el escuchar pequeñas canciones de forma repetida, el ser sorprendidos con gestos exagerados, con sonidos o movimientos diferentes a los que están acostumbrados, entre otros.

Posteriormente, con el desarrollo de las habilidades cognitivas y lingüísticas, las actividades o situaciones que producen risa a los niños se van tornando cada vez más elaboradas. Así, a partir de los dos años, y según van desarrollando el lenguaje, este pasa a formar parte importante del desarrollo del sentido del humor. A esta edad, los pequeños empiezan a entender cuando alguien hace algo equivocado o exagerado, les producen risa los juegos de palabras, las incongruencias, las ocurrencias de los otros, el saltarse las reglas, los bailes o gestos que realizamos con el cuerpo, entre otros.

Unos años después, conforme van creciendo, los niños irán incorporando de manera paulatina y progresiva elementos más sofisticados en el desarrollo del sentido del humor, tales como el sarcasmo, el doble sentido, etc. Es importante señalar que los rangos de edad varían, pues no todos los pequeños alcanzan los mismos hitos de desarrollo en periodos similares.

Como padres, es importante desarrollar el sentido del humor apropiado[5] en la  crianza –que no se burle, ofenda ni desvalorice a los demás– desde que los niños son pequeños, ya que, además de favorecer la comunicación espontánea y de generar un ambiente más relajado entre padres e hijos, trae una serie de beneficios tales como:   

  • Disminuir el nivel de estrés y liberar tensiones. Estar alegres fortalece el sistema inmune, favorece la producción de endorfinas y libera serotonina y dopamina, sustancias que contribuyen a la sensación de bienestar.
  • Ayudar a estrechar vínculos y a crear un ambiente más alegre y jovial. El sentido del humor favorece las relaciones de confianza con otras personas, tanto en el ámbito familiar como en el escolar o social: la risa, los chistes, algunas frases, palabras o situaciones graciosas se vuelven repetitivas y promueven también el sentido de pertenencia al existir un lenguaje compartido.
  • Reducir el nivel de violencia y agresividad. En general, el sentido del humor facilita la espontaneidad y el desarrollo de la tolerancia y aceptación entre las personas.
  • Desarrollar la creatividad. Promueve una forma diferente de “leer” la realidad y de plantear soluciones a los conflictos. En este sentido, el humor ayuda a tomar de manera más ligera los problemas y a sobrellevarlos con positivismo. Además, permite cambiar el ángulo de visión de las cosas y plantear perspectivas diferentes de las dificultades.
  • Contribuir al aprendizaje. Lo que se aprende con humor y con emoción, no se olvida fácilmente. Fernández Solís (1999)5 señala que el humor ayuda a “agilizar y enriquecer los procesos de enseñanza aprendizaje. (…) En estos procesos, el humor introduce nuevas variables en la transmisión y elaboración de la información” por lo que ayuda a mejorar la calidad y el rendimiento de las personas en general. Cuando los niños aprenden con humor desarrollan una actitud más positiva hacia lo que están aprendiendo, esto colabora a nivel de motivación, atención y memoria, además de mejorar la relación entre educador-educado y facilitar la comunicación en espacios de mayor cercanía y confianza.

Referencias:

 


[1] Martin Seligman, reconocido investigador de la psicología positiva, define el sentido del humor como “la capacidad para experimentar y/o estimular una reacción muy específica, la risa” para así poder despertar y desarrollar un estado de ánimo positivo que favorezca la crianza.

[2] TIERNO, Bernabé (2007) Optimismo vital: manual completo de psicología positiva. Ed. Temas de hoy, España.

[3] Diccionario de la Real Academia Española. En: www.rae.es

[4] ESTEBAN, Estefanía  (2016) Los bebés aprenden a tener sentido del humor de sus padres. En: https://www.guiainfantil.com/blog/alimentacion/bebes/los-bebes-aprenden-a-tener-sentido-del-humor-de-sus-padres/

[5] LÓPEZ MARTÍNEZ, Olivia, SEVILLA MORENO D. Antonio y RUIZ ESTEBAN, Cecilia (2009). ¿Por qué la creatividad y el sentido del humor  en la educación? En: International Journal of Development and Educational Psychology.  INFAD, año XXI Número 1 (2009, Vol.2)

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