El autocontrol implica regular nuestro comportamiento y emociones, reflexionando antes de actuar y considerando las consecuencias de nuestras acciones. En la infancia, los niños dependen de sus padres para desarrollar el autocontrol y manejar sus emociones, ya que ellos son los responsables de establecer normas y límites para una convivencia armónica en casa. En este contexto, es esencial que los padres actúen como modelos y enseñen principios estables a sus hijos para que aprendan a ser autónomos y responsables. Esto no implica controlar su comportamiento o decidir constantemente lo que deben hacer, sino, por el contrario, permitirles reflexionar, elegir y actuar con responsabilidad, brindándoles orientación y alternativas.
Durante su crecimiento, los niños experimentan diversas emociones como tristeza, miedo, alegría, enojo, entre otras. Todas estas emociones son importantes y válidas, aunque la sociedad suele aceptar algunas más que otras. Sin embargo, es bueno estar consciente de que, si reprimimos estas emociones en los niños y no les permitimos procesarlas en su momento, se expresarán y saldrán de manera impulsiva y hasta destructiva eventualmente.
En muchas situaciones los niños pueden tener conductas inapropiadas y sentimientos de frustración o rabia. A veces, ellos recurren a llorar, patalear, golpear o gritar como formas de expresión para desafiar a sus padres, manipularlos en cierta medida, y satisfacer sus deseos rápidamente. En este sentido, es fundamental prevenir y trabajar desde temprana edad para crear espacios de aprendizaje, tanto en la escuela con los maestros y sus pares, como en la casa con los padres y sus hermanos, de manera que los niños puedan observar modelos adecuados y, poco a poco, aprendan a expresar sus emociones verbalmente y de manera adecuada.
En efecto, este proceso de adquirir autocontrol requiere educación y desarrollo, por lo que los niños pequeños no podrían lograrlo sin el apoyo de sus padres y de un entorno adecuado. En esta línea, es necesario darles dicho apoyo a los chicos, toda vez que lidiar con los sentimientos facilita el control de los impulsos, el manejo del estrés y la frustración. Asimismo, promueve relaciones interpersonales positivas, seguridad y una mejor autoestima.
¿Cómo fomentar el autocontrol?
Para ayudar a nuestros hijos a desarrollar autocontrol, es fundamental que aprendan a reconocer y aceptar sus emociones, así como a gestionarlas. También, deben cultivar la habilidad de identificar otros factores que afectan su estado de ánimo, como la falta de sueño, necesidades básicas insatisfechas o la sobreestimulación. Como adultos, es importante generar los espacios para que los niños puedan expresar lo que sienten y tengan libertad para explorar y comprender sus emociones.
Por otro lado, establecer límites claros, consistentes y coherentes proporciona estabilidad y orden a los niños, mostrándoles que no pueden manipularnos con pataletas o negociaciones interminables. Los hábitos y la rutina también juegan un papel importante en el desarrollo, ya que permiten que los niños prevean y organicen mentalmente sus actividades. Antes de que ocurra una pataleta, es crucial identificar las señales y enseñar al niño a reconocer esos indicadores que se presentan en la etapa previa a perder el control, así como los sentimientos asociados a ese momento. Si como adulto identificamos algunas señales de alerta es esencial intervenir verbalizándolo, brindándole cariño y ayudándolo a ver distintas alternativas de solución. Otra estrategia que puede funcionar es recurrir al sentido del humor o al contacto físico para calmarlo.
Finalmente, es recomendable tener paciencia y mantener la confianza, ya que ustedes como padres suelen ser excelentes maestros. Recuerden que, si desde temprana edad enseñamos a nuestros hijos a gestionar sus emociones y ejercer autocontrol, les estaremos proporcionando una herramienta valiosa para la vida. Es crucial crear un ambiente cálido en el que la comunicación y el diálogo sean prioritarios, estableciendo bases sólidas para desarrollar autonomía y responsabilidad. Sin embargo, lo más importante es lo que enseñamos a través de nuestro ejemplo, tanto en este aspecto como en muchos otros.
¿Por qué es frecuente que se presenten pataletas?
Las pataletas son explosiones de rabia y frustración que suelen ocurrir en niños pequeños cuando tienen dificultades para comunicarse. Al vivir en el presente, los niños tienden a buscar la satisfacción inmediata de sus deseos, lo que a veces los lleva a perder el control. Si bien las pataletas ocasionales pueden presentarse comúnmente en los niños, no debemos permitir que se acostumbren a responder de manera impulsiva y desafiante. Si surgen pataletas, debemos tratar de no perder la ecuanimidad y tratar de no darles más atención de la necesaria ni dejar que la pataleta “funcione” para lograr el objetivo de los niños.
¿Cuáles medidas o acciones podemos implementar cuando se presenta una pataleta? Aquí mencionamos algunas de ellas:
- Cuando estés hablando con el niño, evita elevar el tono de voz; al contrario, mantenlo bajo para que él también se calme y ninguno de los dos pierda el control.
- Ponte a su nivel para conversar con él, es importante que hagas contacto visual y le hables con cariño y firmeza.
- Nunca recurras a la agresión física para detener la pataleta, ya que esto le enseñará al niño que cuando está enojado debe golpear. Además, es una falta de respeto a su dignidad.
- Si la pataleta comienza fuera de casa, lleva a tu hijo a un lugar apartado para poder tener más tranquilidad al momento de hablar con él y lograr un mayor control de la situación.
- Abraza a tu hijo. Al principio, el podrá gritar y patear, pero luego se calmará. Mécelo suavemente hacia atrás y hacia adelante, actuando con serenidad y usando pocas palabras y simples.
- Intenta distraer a tu hijo con una experiencia agradable o utilizar el humor, pero sin pasar por alto la conducta inapropiada y los sentimientos que la acompañan. En esa línea, es conveniente esperar otro momento en el que el niño este calmado para poder reflexionar sobre el tema.
- Preséntale alternativas para que se sienta más autónomo y gane seguridad.
- Después de demostrar comprensión, evita reforzar la conducta negativa del niño, ignore la pataleta y mantén la calma.
- Cuando el niño se calme, felicítalo por haber logrado tranquilizarse. Luego, puedes conversar con él sobre lo ocurrido cuando esté calmado.
Bibliografía:
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