La importancia del sueño para los niños

El sueño y el descanso son fundamentales para la salud y el desarrollo en general, especialmente de los niños. Para ellos, que están en un periodo de crecimiento, los ciclos de sueño y reposo son tan importantes como la buena alimentación y el ejercicio físico. El sueño está relacionado con las funciones restauradoras y reparadoras del organismo y de la mente. Estudios médicos y psicológicos indican que los ritmos biológicos, que se refieren a los periodos o rutinas que se repiten cada veinticuatro horas, ayudan a reponer la energía utilizada durante el día. Por ello, para que nos podamos sentir física, mental y emocionalmente saludables, es muy importante lograr que estos ritmos se cumplan de manera ordenada.

La importancia del sueño para los niños


El sueño y el descanso son fundamentales para la salud y el desarrollo en general, especialmente de los niños. Para ellos, que están en un periodo de crecimiento, los ciclos de sueño y reposo son tan importantes como la buena alimentación y el ejercicio físico. El sueño está relacionado con las funciones restauradoras y reparadoras del organismo y de la mente. Estudios médicos y psicológicos indican que los ritmos biológicos, que se refieren a los periodos o rutinas que se repiten cada veinticuatro horas, ayudan a reponer la energía utilizada durante el día. Por ello, para que nos podamos sentir física, mental y emocionalmente saludables, es muy importante lograr que estos ritmos se cumplan de manera ordenada.

Escrito por: Lic. Elaine Wolfenzon (Psicóloga Educacional) | 28-10-2020

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El sueño y el descanso son fundamentales para la salud y el desarrollo en general, especialmente de los niños. Para ellos, que están en un periodo de crecimiento, los ciclos de sueño y reposo son tan importantes como la buena alimentación y el ejercicio físico. El sueño está relacionado con las funciones restauradoras y reparadoras del organismo y de la mente. Estudios médicos y psicológicos indican que los ritmos biológicos, que se refieren a los periodos o rutinas que se repiten cada veinticuatro horas, ayudan a reponer la energía utilizada durante el día. Por ello, para que nos podamos sentir física, mental y emocionalmente saludables, es muy importante lograr que estos ritmos se cumplan de manera ordenada. 

Entonces, el contar con un descanso reparador y horas adecuadas de sueño se convierte en fundamental para nuestro bienestar. A través del sueño no sólo recuperamos el desgaste ocasionado por el ajetreo y trabajo diario, sino que también obtenemos un espacio de elaboración psicológica de los acontecimientos y emociones vividas durante el día.   

“La función biológica que cumple el reposo nocturno es indispensable para emprender con suficientes recursos psíquicos un nuevo día de vida. Existe, por lo tanto, una estrecha relación de interdependencia entre un buen dormir y una buena vigilia. (…) el buen descanso del niño influye notoriamente sobre el rendimiento escolar y la calidad de vida del grupo familiar.” [1]

Cada niño es diferente y el número de horas de sueño que requiere para sentirse bien varía en función de su edad y de sus características personales. Sin embargo, cuando no logramos dormir bien, provocamos un desajuste en nuestro reloj biológico y alteramos nuestro sistema nervioso. Esta situación puede producir algunos síntomas como: cansancio, fatiga, sensación de descomposición corporal, disminución de la atención, dificultades de memoria, bajo rendimiento escolar, irritabilidad, mal humor, entre otros.  

Actualmente, que estamos viviendo una situación particular, es importante tener en cuenta el tiempo que pasan frente al televisor, la computadora, el celular o los videojuegos, pues, aunque parezca que están en “descanso”, no lo están. Al utilizar pantallas, la mente de los chicos está en constante actividad, por lo que no llegan a alcanzar el reposo requerido que los llevará a conciliar el sueño. Como ya fue mencionado, el descanso es necesario tanto para el cuerpo como para la mente.

En este contexto, es necesario que los padres ayuden a los niños a desarrollar buenos hábitos al momento de dormir desde temprana edad, enseñándoles rutinas y estableciendo horarios claros, no solo para dormir, sino también para descansar, relajarse en familia, desconectarse de las pantallas, leer, hacer ejercicios, entre otras actividades.

Las rutinas y los buenos hábitos al dormir: ¿Cómo ayudar a los niños a conciliar el sueño? 

Con frecuencia, a los niños pequeños les cuesta irse a dormir. Esto puede implicarles, un apartamiento del entorno y de sus padres, que suele estar acompañado de algún grado de ansiedad. Hasta cierto punto esto es natural y es común que los niños busquen prolongar la despedida.

Hacer que el niño concilie el sueño es a veces una tarea difícil. Una buena estrategia recomendada para que los niños desarrollen buenos hábitos al momento de dormir es establecer una rutina nocturna que los ayude a ordenarse antes de ir a la cama y a tener mayor control sobre el momento de acostarse.

Aunque es importante ver lo que funciona mejor con cada familia y con cada niño, una sugerencia de rutinas diarias saludables es la siguiente:

  • Realizar actividad física con los niños durante el día.
  • Cenar en familia no muy tarde y contar con un momento de conversación juntos.
  • Tratar de comer una cena liviana.
  • Bañarse por la noche y ponerse ropa de dormir.
  • Cepillarse los dientes.
  • Pedirle al niño que se despida de los miembros de la familia.
  • Establecer una hora fija para irse a la cama todas las noches.
  • Acompañar al niño a ir a la cama.
  • Tratar de mantener una habitación silenciosa con una temperatura e iluminación agradables para él. Es importante que el niño se sienta en un entorno seguro.
  • Reservar un momento antes de ir a dormir para llevar a cabo actividades relajantes y especiales en su habitación.
  • Leerle o contarle un cuento o conversar con él de manera espontánea durante un rato.
  • Darle un muñeco que lo “acompañe” si el niño lo requiere.  
  • Intentar despedirse y estimular al niño a dormirse por sí mismo, siempre considerando su edad y cómo se siente. Si el niño no se encuentra listo, lo podemos acompañar un momento para no generar mayor ansiedad.

Al cumplir de manera regular con estas u otras rutinas, lograremos una cierta estructura previsible en la vida del niño y con ello menos ansiedad y un mejor descanso.

Es importante recalcar que es deseable conseguir que la compañía de los padres no sea necesaria al momento de dormirse. Un niño que se duerme solo, tendrá mayor facilidad para volverse a dormir, si se despierta a lo largo de la noche, algo que puede suceder y es normal. De esta forma, el mensaje debe ser claro y consistente; debemos transmitirle la tranquilidad y seguridad para que aprenda a dormirse sin ayuda. Recordemos que la adquisición de autonomía es una tarea importante del desarrollo, también en este aspecto.

¿Qué dificultades pueden presentarse durante el sueño?

En los primeros años, los niños viven muchas experiencias intensas que les producen inquietud y preocupación, así como alegría y entusiasmo. Por ello, es común que durante la noche estos sentimientos afloren y se expresen como angustias nocturnas o como exaltación y sobresaltos. A través de los sueños los niños reviven tanto algunos contenidos de preocupación y conflictos internos, así como de excitación y euforia.

Algunas de las dificultades que pueden presentarse por las noches al dormir son los trastornos nocturnos. Entre ellos, los más conocidos son:

  • El insomnio, que se caracteriza por la dificultad del niño para conciliar el sueño, ya sea por temores o por exceso de entusiasmo y energía.
  • Las pesadillas, que suelen atemorizar al niño y ocasionarle miedo para volver a dormir ante la angustia de que el sueño se repita. Suelen ocurrir en momentos de transición, estrés o cambios importantes en la vida del niño. Normalmente el niño recuerda el sueño y lo puede contar.
  • El terror nocturno, en este caso el niño suele gesticular, gritar o llorar durante el sueño; muestra angustia y presenta sudoración o taquicardia. Sin embargo, una vez que termina el episodio, el niño se vuelve a dormir profundamente y al día siguiente no recuerda lo que sucedió. Esto es más frecuente entre los 4 y los 8 años.
  • El sonambulismo, cuando se presenta, el niño camina sin despertarse por la habitación o por la casa. Con frecuencia el tratar de despertar y consolar al niño no es efectivo, porque puede prolongar estos eventos. Lo que sí es importante es remover objetos peligrosos de la habitación para evitar que el niño se haga daño al caminar dormido.

 

Algunos mitos comunes sobre el sueño:

  • Los padres deben esperar a que el niño esté dormido antes de ponerlo en la cama. Los niños deben ir a la cama cuando tienen sueño y es la hora de acostarse, pero despiertos. Así será más fácil que asocien la cama con el momento de dormir. Además, de esta forma los ayudaremos a ser más independientes y autónomos
  • Los niños duermen mal durante la noche si hacen siestas. Cuando los niños son pequeños necesitan tanto de las siestas como del sueño nocturno. En los primeros años la mayoría de niños necesita las siestas, luego estas van desapareciendo. Alrededor de los 5 años tienden a haber disminuido y si persisten es importante indagar y prestarles atención.  

 

Si bien los ronquidos no son considerados como un trastorno del sueño, es importante prestarles atención y hacer un seguimiento de ellos. En algunas ocasiones, vienen acompañados por apnea del sueño, que son pausas en la respiración y producen falta de oxigenación y poco descanso a los que la padecen. 

Como padres es importante saber que los problemas de sueño son comunes en los niños y que se presentan con cierta frecuencia a temprana edad. Sin embargo, es necesario intervenir acompañándolos, respetando los horarios y brindándoles pautas claras para que desde pequeños adquieran buenos hábitos y aprendan a dormir de manera adecuada. En el caso de que las dificultades se presenten de manera reiterativa, sean intensas y generen conflictos a nivel familiar, es prudente recurrir al pediatra o a un especialista en temas de sueño para consultar e indagar un poco más sobre el problema.

Referencias:

 

[1] RINALDI, Guillermo. Escuchemos al niño. Ed. Granica, Buenos Aires – Argentina, 2005. pg. 83

 

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