La construcción de un vínculo positivo con la escuela

Dejar el cuidado de los hijos en manos de terceras personas no resulta fácil ni para los pequeños ni para los padres. A veces, algunos padres se sienten afectados con sentimientos que les dificultan la despedida de sus hijos cuando estos deben iniciar clases después de las vacaciones. Además, les genera incertidumbre no conocer a las personas que estarán a su cargo.

La construcción de un vínculo positivo con la escuela


Dejar el cuidado de los hijos en manos de terceras personas no resulta fácil ni para los pequeños ni para los padres. A veces, algunos padres se sienten afectados con sentimientos que les dificultan la despedida de sus hijos cuando estos deben iniciar clases después de las vacaciones. Además, les genera incertidumbre no conocer a las personas que estarán a su cargo.

Escrito por: Lic. Elaine Wolfenzon (Psicóloga Educacional) | 27-02-2023

Tiempo de lectura: 5 mins, 22 segs

Dejar el cuidado de los hijos en manos de terceras personas no resulta fácil ni para los pequeños ni para los padres. A veces, algunos padres se sienten afectados con sentimientos que les dificultan la despedida de sus hijos cuando estos deben iniciar clases después de las vacaciones. Además, les genera incertidumbre no conocer a las personas que estarán a su cargo.

El inicio del año escolar supone un proceso de adaptación o readaptación a la nueva rutina, tanto de los niños como de las familias. Ir a la escuela no implica solo cambios en los horarios y actividades cotidianas, sino también la movilización de emociones como miedo, ansiedad, curiosidad, expectativa, deseo, inseguridad, etc. que se presentan en los niños y en sus padres, principalmente para quienes asistirán por primera vez.

Para los más pequeños, dejar su casa y a las personas que están con ellos significa una experiencia considerable. Además, el primer día el pequeño se enfrentará a un lugar nuevo, adultos que no conoce, compañeros con los que va a compartir el espacio, la atención y el cuidado de los profesores, entre otros.

Para que los cambios no sean vividos de manera brusca, es aconsejable acompañar a los chicos en su adaptación. Sin embargo, cada niño y cada familia tienen un ritmo y estilos distintos y es importante respetarlos. Para lograrlo, habrá que ser pacientes, mostrar una actitud positiva y brindarles mucha calma. La idea es que el periodo de la adaptación se dé de la manera más natural posible.

La mayor parte de centros que atienden niños pequeños tienen un horario especial durante los primeros días de clases, con la finalidad de presentarles su nueva rutina, el lugar y a las personas que los tendrán a su cargo.

Este proceso, gradual y con atención hacia los sentimientos de cada niño y de sus padres, será parte importante del desarrollo de todos. También dará la posibilidad a los maestros de dedicarle un tiempo personal a cada niño para irlos conociendo y estableciendo vínculos más cercanos.

Es nuestro deber como padres transmitirles la importancia y necesidad de formar parte de una comunidad educativa, y esforzarse para lograr sus metas. Además, la escuela es un espacio invalorable de socialización y de formación individual y colectiva. También, es importante transmitir la confianza de que en la escuela tendrán la oportunidad de conocer a otros niños, hacer amistades y vivir experiencias felices e interesantes.

Es conveniente que padres y profesores trabajen juntos para lograr una comunicación efectiva y que el proceso sea una experiencia alegre, positiva y productiva. Serán los maestros quienes darán las pautas adecuadas y explicarán el procedimiento a seguir, mientras que los padres brindarán la información necesaria que les permita a los primeros comenzar a conocer a sus alumnos.

 

 

Algunos consejos para poner en práctica:

1. Conversar con toda la familia. Comentar sobre lo emocionante que será empezar este año el nido o el colegio. Expliquémosle que las vacaciones están acabando, que volverá a ver a los amigos y que conocerá a nuevos.

2. Adaptar los horarios. Conforme se acerque el regreso a clases, ajustar las rutinas en casa para que los cambios no sean bruscos. Por ejemplo, adelantar la hora de acostarse y de levantarse. Si el niño suele hacer siesta, retrasar el horario para que coincida con la escuela y acostumbrarlo a comer algo a media mañana.

3. Permitir que participen en la elección de sus útiles. Dejarlos elegir su lonchera, mochila y cartuchera ayudará a que se sientan involucrados y contentos.

4. Facilitar que el niño lleve un objeto de apego. Los más pequeños a veces necesitan contar con un objeto de su preferencia y personal que lo hará sentirse más unido con su hogar y acompañado, al menos por un periodo.

5. Promover las despedidas expeditivas. Evite prolongar las despedidas y los dramatismos.

6. Mantener a una misma persona a cargo del proceso, de ser posible. Es positivo que la persona que acompañe al niño en el proceso de adaptación sea, en principio, la misma. Además, que cuente con la paciencia y el tiempo necesario para ello y que sea una persona cercana al pequeño, alguien que le transmita confianza y tranquilidad.

7. Motivar al niño y darle buen ánimo. Aun cuando dejarlos en el nido o colegio nos cause angustia, debemos tratar de mostrarnos tranquilos de que los estamos dejando en un lugar seguro, donde la pasarán bien.

8. Ser puntual. Es importante ser puntuales tanto al llegar como a la hora de salida; si es posible estar unos minutos antes, de manera que nos aseguremos que nos vean inmediatamente y evitemos angustias. También, el ser puntual le dará la tranquilidad al niño de que cumplimos con lo prometido y que pueden confiar en lo que hemos acordado.

9. Mantener una comunicación fluida con el profesor. Es importante estar en contacto directo con el profesor, plantearle nuestras dudas o preocupaciones y contarle sobre nuestro hijo. Esto lo ayudará a entender mejor al pequeño y contribuirá a que los padres se sientan escuchados y apoyados.

La reacción de cada niño será distinta en este proceso de adaptación. Algunos lo llevarán con más naturalidad mientras que otros podrán presentar mayores dificultades. Es totalmente normal que cada familia lo viva de forma distinta. Lo ideal es que poco a poco los niños logren sentirse cómodos y acogidos en la escuela. Sin embargo, si este periodo se prolonga más allá de lo esperado será necesario hablar abiertamente del problema, tal vez buscar ayuda profesional y hacer un trabajo especial de coordinación entre la familia y los maestros. Trabajar juntos con apertura y confianza marcará una buena ruta para lo que venga después en el resto de la vida escolar.

Referencias:

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