El sueño en la primera infancia
El sueño es un proceso fisiológico que ayuda al bienestar del cuerpo y de la mente de todos los seres humanos. En la primera infancia el sueño toma un rol significativo, específicamente en el desarrollo neuro cerebral, emocional y social de los niños. Cuando el sueño del niño se da de forma adecuada y efectiva, optimiza sus habilidades al momento de aprender cosas nuevas, se concentra más en las actividades que realiza, gestiona mejor sus emociones e incluso se le facilita mantener un buen estado de ánimo.
En esta etapa, los más pequeños se enfrentan a diferentes estímulos que compiten con la necesidad física del descanso, ya sea en una pequeña siesta para recargar energías o la hora de conciliar el sueño cada noche. Cuando un niño no logra dormir bien, su desarrollo físico puede verse afectado. Mediante el sueño, se estimula la hormona del crecimiento, se fortalecen los huesos, el desarrollo de la masa muscular y la estatura. De igual forma ocurre con el estado emocional: cuando no duermen bien, los pequeños pueden mostrarse irritados, desanimados o sensibles ante las actividades cotidianas, y hasta puede afectarse la interacción con sus pares, maestros o familiares.
Es importante que, dentro de la organización familiar, se incorporen rutinas de sueño saludables; es decir, que se establezcan una serie de actividades previas a la hora de dormir que promuevan un sueño reparador. Esto ayudará a regular el reloj biológico, también conocido como el ritmo circadiano. Este ritmo se sincroniza con la luz y la oscuridad, y permite a los niños poder ajustarse a los cambios del día y la noche.
Algunas sugerencias que se pueden incorporar para tener una rutina de sueño saludable son:
- Ser constantes. Es importante que al momento de incorporar una rutina de sueño esta sea regular, que incluya una hora para acostarse y pueda mantenerse durante todos los días.
- Preparar el ambiente. La rutina de sueño debe estar acompañada de elementos que promuevan el descanso, como la música suave, masajes, baño caliente, entre otros.
- Crear un espacio seguro. Al momento de dormir, la habitación debe contar con una iluminación baja y así favorecer la producción de melatonina, que es la hormona del sueño. Evitemos poner sobre la cama elementos distractores que inviten al pequeño a jugar.
- Establecer actividades relajantes. Es importante realizar juegos tranquilos o lectura de cuentos antes de la hora de dormir. Evitemos el uso de pantallas electrónicas, pues la luz que estos equipos irradian no favorece la conciliación del sueño, sino lo contrario.
Una de las preguntas más frecuentes entre los padres y las madres es ¿Cuánto tiempo debe dormir mi hijo? Las horas de sueño en la infancia suelen variar según la etapa de desarrollo. Según la Academia Americana de Medicina del Sueño (AASM) existe un rango entre horas de sueño y siestas según la edad biológica de los niños. En la medida en que los niños logran descansar saludablemente, hay una mejor adquisición de habilidades y destrezas, lo que permitirá un mejor desarrollo general. La fisiología interviene en la totalidad funcional del organismo, tanto físico como psicológico, y el sueño es un regulador muy importante.
Esta es una tabla referencial que puede guiar en cuánto es el tiempo sugerido que los pequeños deberían dormir según su etapa de desarrollo.
Edad |
Horas totales |
Horas de noche |
Numero de siestas |
0-2 meses |
16 a 20 horas |
6 – 8 horas |
4 – 8 |
3 a 6 meses |
14 a 16 horas |
8 – 10 horas |
3 – 2 |
6 a 12 meses |
13 – 15 horas |
11 horas |
2 – 1 |
12 a 18 meses |
13 horas |
11,5 horas |
2 – 1 |
1,5 a 2 años |
13 horas |
11 horas |
2 – 1 |
2 a 3 años |
10 – 12 horas |
11 – 10 horas |
1 – 0 |
3 a 5 años |
10 – 12 horas |
10 – 12 horas |
0 |
El nivel y calidad del sueño afectan directamente el proceso de aprendizaje. En efecto, la memoria es un proceso cognitivo que necesita del sueño para funcionar adecuadamente. A lo largo del día, los niños están expuestos a diferentes situaciones, retos o experiencias que son fundamentales para su aprendizaje. Durante el sueño, el cerebro se encarga de procesar la información recibida a lo largo del día y almacenarla en la memoria. Así, el que un niño pueda tener un sueño adecuado favorecerá el proceso de aprendizaje y más aún la memoria. De esta forma, si un niño no tiene un sueño adecuado, podría presentar dificultades para registrar, retener o consolidar la información que recibe.
Asimismo, es importante reflexionar sobre la influencia que los padres tienen sobre sus hijos. Reconozcamos que los niños muchas veces imitan los comportamientos y hábitos que ven en casa. Por lo mismo, es tarea de cada familia evaluar el entorno en el que se desenvuelven los pequeños a la hora de dormir y si este refuerza con acciones el mensaje de mantener un sueño saludable.
Es cierto que un buen descanso puede ayudar a los niños a mejorar en muchas áreas del desarrollo. Por eso la hora de dormir debe transformarse en un espacio seguro donde cada padre o madre pueda brindar calma y tener palabras de afirmación, como “Papá o mamá está contigo”, “Yo cuidaré tu sueño”, “Estaré cerca si me necesitas”, “Te quiero, ha sido un gran día y es momento de soñar”, y lograr así, un espacio de cercanía y calidez que facilite un sueño tranquilo que aporte a los niños una vida saludable.